Este verano he estado siguiendo y conociendo personalmente varias iniciativas internacionales destinadas a reducir el insostenible ritmo con el que aumenta la basura electrónica (e-waste). Estaba pensando en dedicar a Closing The Loop o a Fairphone una entrada en este blog cuando resulta que esta tarde me encuentro en Maliaño (Cantabria), en medio del pasillo central de Valle Real lo mismo que recién vengo de ver en los Países Bajos.
Cambiar de modelo, girar hacia una economía circular que permita reutilizar las cosas, repararlas. Este punto al que hemos llegado en el que no compensa reparar es una de las esencias perdidas de la electrónica, nada combina la experiencia y el conocimiento como el arte de volver a hacer que funcionen las cosas. Y de casualidad me encuentro con un grupo de muchachos, muy jóvenes, que además han estudiado Formación Profesional, poniendo en práctica Dedfcom una iniciativa local basada en ideas globales.
En este tiempo que vivimos en el que nada es fácil, en el que lo más cómodo es lamentarse y criticar injustamente a toda una generación de jóvenes diciendo que pasan de todo o que lo quieren todo hecho… Estos chicos y su esfuerzo de salir hacia delante con lo que les gusta y han estudiado constituye para mi como profesor una poderosa fuente de inspiración.
Siempre me ha gustado dejar que en clase se cacharree, se destripen trastos y se vuelvan a montar, no he conocido a nadie que estudie formación profesional y que no le entusiasme ponerse a este tipo de faenas. Hay gente con una gran intuición para encontrar y resolver averías y hay otra que necesita más tiempo, el tiempo que no compensa pagar…
Sin duda estamos frente a un gran cambio de ciclo, no sé si llegaremos de golpe o poco a poco, pero hay un gran cambio en ciernes. Muchas personas en todo el mundo se está dando cuenta de que necesitamos multiplicar pequeños impulsos en busca de un gran objetivo común: Abandonar definitivamente este modelo insostenible en el que nos hemos enredado y no parece tener salida.
R de reparar es un impulso que bien podemos poner en práctica quienes nos dedicamos a la electrónica. Tenemos derecho a reparar lo que compramos o vendemos: “Si no se puede abrir y reparar tu cacharro de última generación, no te pertenece a ti, es de otros”
Buenas tardes Santiago.
ResponderEliminarNo puedo estar más deacuerdo con esta entrada. O cambiamos el chip (y nunca mejor dicho) o esto se va al garete.
De todas formas, por lo que veo, de las pocas cosas buenas que ha traído la crisis, una ha sido que la gente se lo piensa más a la hora de desechar cualquier aparato electrónico. La reparación ahora es una opción, cosa que hace 4 años era impensable para muchos. No digamos, el placer que supone volver ver funcionar algo que no lo hacía.
Larga vida al cacharreo.
Si, ¡Larga vida!
EliminarAl cacharreo que nosotros decimos lo llaman internacionalmente Tinkering, y es desde hace unos años algo imparable que se materializa en movimientos como Arduino y que engancha tanto a aficionados como a profesionales de la electrónica.
Hace un tiempo colaboré en la elaboración de una Cualificación Profesional dedicada a la reparación que al final ha visto la luz (ELE552_3) a pesar de recibir todo tipo de críticas, se nos decía entre otras cosas que era una actividad muerta sin salida profesional. Yo veo claramente que esto va a cambiar y no sólo por motivos económicos, es una cuestión de supervivencia.