Las redes que distribuyen y llevan la electricidad a las viviendas discurren a menudo gracias a cables sobre las fachadas o tensados en el aire entre apoyos. Podemos ver sin dificultad estos conductores diferenciados por su cubierta negra de polietileno reticulado.
Estos cables pueden soportar una tensión nominal de 0,6/1kV estando sus características fundamentales reflejadas en la norma UNE 21030. En la imagen de la derecha tienes un detalle de este tipo de cableado con cuatro conductores torsionados en haz que forman una hélice visible.
Los conductores pueden ser de cobre (UNE 21030-2) o de aluminio (UNE 21030-1), en estos últimos los conductores de fase son de alambres de alumnio y los de neutro fiador de una aleación de aluminio, silicio y magnesio.
Todo esto viene a cuento de un paseo por uno de los valles pasiegos más hermosos de Cantabria, en San Roque de Riomiera y a un encuentro casual con un pasiego que llevaba en la espalda su cuévano cargado de hierba para sus animales. Poder ver en nuestro días y hablar con estas personas que mantienen un modo de vida tan lejano del de nuestra tecnificada y atolondrada existencia es una especie de congelación de imagen al más puro estilo Matrix.
El cuévano es un cesto grande y hondo que se carga a la espalda con pesos que pueden llegar a los 100 kg, el cuévano romeralo (el que se emplea en San Roque) es el más fuerte de todos.
Su construcción esta sujeta a las normas pasiegas que son tan estrictas o más que las normas ISO, UNE o DIN. Un cuévano se hace con varas de avellano que obligatoriamente se deben cortar en luna menguante con el fin de que sean más resistentes.
La madera se deja curar ocho días y después se calientan las varas al fuego o con agua caliente, el trabajo se debe hacer de un tirón para evitar tener que volver a mojar el avellano para ablandarlo. A continuación se cortan las varas a la mitad y se empieza a tejer el cesto.
Por aquí se suelen ver muchos cuévanos colgados de paredes con fines decorativos, por eso cuando encuentras uno en funcionamiento real no puedes dejar de pararte a admirarlo.
El caso es que este cuévano en concreto estaba adaptado a la norma UNE 21030-1, sin duda a este pasiego el cable de acometida de aluminio que sobró cuando le llevaron la electricidad a la cabaña le debió parecer de lo más resistente y adecuado para actualizar y rediseñar las correas originales de avellano trenzado en haz de su cuévano.
Adaptación de mundos con resultado eficiente al 100%, cuando en nuestras ciudades todavía estamos intentando enterarnos de que eso de la sostenibilidad o de poner en práctica la regla de las tres R, nuestros mayores materializan estos conceptos de forma natural, no tiran nada, todo tiene un valor, reutilizan, reducen y reciclan, por que sí, por que lo han hecho siempre. No necesitan normas ni lecciones nuestras, más bien será lo contrario…
Siendo pueblerino de Madrid, soy forofo de los cuévanos (y las cuévanas o cunas de niños). En estos momentos estoy pirografiando una estatuilla con su cuévano.¡ que no se pierda la tradición!
ResponderEliminargracias... además soy electricista...